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Luis Cernuda y Gérard de Nerval
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 Article publié le 9 avril 2023.

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Quiero leer Las hijas del fuego de Gérard de Nerval. Lo empecé en verano, leí sus primeras piezas pero me detuve. Deseo retomar la lectura de este libro y leerlo por entero. Al leer la prosa crítica de Cernuda veo le dedica dos textos, y me llama la atención el principio de uno de ellos. Pienso que voy a leerlos antes de leer al poeta francés, y así lo hago. El primero de ellos, del año 1936, titulado “Las prisiones de Gérard de Nerval” es un texto más lírico que reflexivo -aunque la lírica es también reflexión, por supuesto, y lo es en sí misma-, y de timbre más juvenil. Nos caracteriza al poeta, da como un perfil o semblanza de él. Así nos dice : “Hay entre nuestros semejantes, al parecer de quien esto escribe, dos clases de seres que prestan sempiterno interés a la humanidad. Unos físicamente seductores, encanto para los ojos y tormento para el corazón. Otros de fantástico espíritu, irisados y tornasolados como burbuja, vilano o fuego fatuo, mirados por algunos con envidia y compasión y por los más como cifra de trastorno y desorden social.// La escultura románica y gótica ofrece a veces, prisionera en la piedra, imágenes plásticas que pudieran simbolizar a esta segunda clase de criaturas humanas. Si la memoria no recuerda mal, a ambos lados del Pórtico de la Gloria, catedral de Santiago, hay dos ángeles que llevan en sus manos disforme trompeta, cifra de gloria mundana ; pero la abandonada actitud del cuerpo, sobre todo en uno de ellos, la expresión celeste y burlona a un tiempo mismo de su cabeza inclinada, están lejos de recordarnos reinos de este mundo. Tienen el mismo encanto espiritual de aquellos seres a que antes aludía.// De los cuatro elementos primigenios sólo el aire, el agua y el fuego guardan en la composición de tales seres exacta proporción ; el cuarto elemento, la tierra, el cieno si queréis, falta en justa parte dentro de tan mágica combinación. Por ello cruzan el mundo como exhalaciones, sin peso terrestre, envueltos en un torbellino donde la imprecación no se sabe si es sonrisa, así como tampoco dónde acaba su gozar y comienza el sufrimiento.// Con el romanticismo alemán vimos brillar y desaparecer algunos de esos destinos. Tal fue el adorable Hoffmann. Entre nosotros Bécquer, de remota ascendencia nórdica, es un ejemplo de tales espíritus. Y Francia, que, aunque otra cosa pudiera creerse no es pródiga en ellos, nos dio uno bien nebuloso y musical, como conviene : Gérard de Nerval, todo embebido de romanticismo alemán y familiar suyo”. He leído antes los ensayos que dedicó a Jorge Guillén y a Pedro Salinas. Recordaba su desprecio por su carácter burgués, que le hacía tener un juicio limitativo y limitador, limitante, de la concepción de estos poetas, de su manera de sentir el mundo, que Cernuda tenía desde un sentir y pensar muy personal, y éste le hacía en este juicio ser injusto. Así me lo parecía y me lo parece. Como cuando, por ejemplo, desconfía de la verdad del sentimiento amoroso de Salinas, y dice algo así como que era voluntad de ser o aparecer tan humano como el que más, o, ya que hablamos de esto, y aunque no lo haya releído, en el ensayo que dedica a Miguel Hernández decía que sus poemas se benefician de la simpatía que suscitan por su contenido humano, por su calor humano, como si esto fuera algo a criticar, un demérito, y no un valor añadido a la calidad que ya de por sí tienen. Leo este tipo de juicios respecto a Guillén y Salinas, y me impactan e importan menos. Leo, y lo recordaba, también juicios muy ponderados y respetuosos de su valor, aun y mezclados con estos otros. Y éstos dicen bien de Cernuda y lo honran. Creo que, en el fondo, le honra su perspectiva personal en todo caso. Lo recuerdo porque caracteriza a Gérard de Nerval como un revolucionario, y al hablar de Salinas y su carácter burgués en una nota a pie de página nos señala cómo esto fue motivo ya de joven de sentir distancia con él. Nos dice así en ésta Cernuda : “Recuerdo que en cierta ocasión, al mostrar a Salinas un trabajo mío donde afirmaba que “el poeta es siempre un rebelde”, Salinas me replicó que esa era la única parte del trabajo en cuestión con la que no estaba de acuerdo”. Y respecto a Gérard de Nerval : “En cierto sentido el poeta es un revolucionario ; pero no fue Nerval un revolucionario en el sentido estricto de la palabra, sino más bien un revolucionario en potencia. Su errante fantasía, su etéreo espíritu, no podían detenerse en nada, prosiguiendo el alucinado vagar por el mundo, fugitivo de una invisible prisión que no sino en su propio cuerpo estaba. Mas de ahí, podemos deducir, sin embargo, que no hubiera sido extraño a su destino chocar alguna vez, como en efecto le ocurrió tres veces, con los usos sociales y convenciones legales, defendidos unos y otros por el duro brazo de la policía”.

 

El otro texto que dedica a Gérard de Nerval, del año 1962, es más ponderado y explicativo, es, en fin, un texto espléndido. Reproduje en otro texto con que acompañé la lectura de Cernuda sus primeras líneas, pero quiero poner aquí su primer párrafo entero, porque es fiel a lo que nos dice después en él. Éste es el primer párrafo de este segundo texto que dedica Luis Cernuda a Gérard de Nerval : “He leído y releído a Nerval durante más de treinta y tantos años. Digo esto no sólo para que se dé por supuesto, naturalmente, que conozco bien su obra, sino para sugerir que, tras de la admiración que por él siento, hay un afecto que me acompaña a lo largo de la vida. Y pues decir que se le tiene afecto a un poeta no es decir nada sobre el valor implícito de su obra (aunque en mi caso sea inusitado, si de escritor francés se trata, que el afecto acompañe a la admiración), estas páginas pretenden expresar, para quienes no conozcan la obra de Nerval, algo de lo que ella representa en la historia de la poesía”. El texto es un prodigio en su acierto, en su tino, y nos trae a lo mejor de Cernuda en su capacidad de apreciación y de juicio, y también en sus dotes de comunicación y explicación. Quizá éstas se exacerban y se dan en más alto grado cuando se ocupa de poetas de los que se siente cerca. Hay aquí una especial comprensión y explicación de este poeta francés, y la hay en su particularidad y en lo que significa. No siempre ha sido complaciente Luis Cernuda con Francia y su literatura ; no le ha dolido señalar a veces sus defectos, como tampoco le duele señalar los de España, y la literatura española y su cultura. Pero aquí se da esta cercanía, esta hermandad, este asentimiento. En algún momento Luis Cernuda nos habla de su ascendencia francesa, de su abuelo francés. Pienso que esta ascendencia se da con relativa frecuencia entre poetas y escritores españoles, que denotan sus segundos apellidos (como en el caso de Cernuda o de José Manuel Caballero Bonald) o el primero (así Miguel Delibes). Aquí se da esta cercanía, que le permite a Cernuda comprender y explicarnos a Gérard de Nerval con extraordinaria finura. Y, desde este poeta que comprende bien y del que se siente cerca, nos dice cosas sobre la poesía y sobre su comprensión y lo más profundo de su esencia que valen para todos y para todo -todo fenómeno poético- y valen para siempre, antes y ahora. Y pienso que estoy también con Luis Cernuda especialmente cuando muestra este gran acierto, esta capacidad sutil y difícil de tener -de comprensión, lo he dicho, pero también de explicación-, y que, aun antes de leer a Nerval, Las hijas del fuego y Las Quimeras en una edición bilingüe francés-catalán que leí y compré hace muchos años, quiero decirlo y destacarlo, poner de manifiesto cuán valioso es y cuán importante me parece que un poeta tenga esta capacidad de comprensión y explicación, y que este raro don acompañe su propia obra de poeta, y sepa desde él y al explicarnos y acercarnos la de otros iluminarla, y a la poesía toda. Así sucede, me parece, con algunas de las cosas que nos dice a partir de Gérard de Nerval, que, como digo, valen para todos y para siempre. Para toda poesía y todo aquel que quiera comprenderla y acercarse a ella. Son verdades fundamentales que no pueden dejar de tenerse presentes. Me agrada enormemente encontrar esta capacidad y este testimonio de ella en este segundo texto que Luis Cernuda dedica a Gérard de Nerval, antes de leer al poeta francés, y pienso que para rendirle homenaje y señalar hasta qué punto siento que estoy con él cuando esta capacidad y estas dotes muestra voy a dejar que nos hable el poeta sevillano con sus palabras, y que desde ellas nos diga a la poesía y a todos. Voy a hacer por ello una suerte de acompañamiento como el que ya intenté con su “Recuerdo” de Federico García Lorca, aunque quizá no lo haga de la exacta forma. Pero sí resultará de la voluntad de dejar la palabra a Cernuda, por sentir que ésta vale tanto, y tan sólo introducirla o presentarla. Vamos así a ello. La tierra singular en y desde la que se canta, y que singular lo hace, a él y su canto : “La variedad de corrientes espirituales que surcan la poesía de Nerval es lo que la hace tan diversa y tan fértil ; por ejemplo, la persistencia del gusto y la sensibilidad de lo clásico se alía en él a la experiencia romántica, pero a la manera sutil alemana. No es ocurrencia pasajera que en el soneto “Myrtho” escribiese el verso que dice : “Car la Muse m’a fait l’un des fils de la Grèce”.// Su mente tuvo poder para conciliar no ya clasicismo y romanticismo, sino paganismo y misticismo, sueño y vida, amor y muerte, y que, entre esos opuestos polos, girase su existir. Debe procurarse, al leer las varias palabras antes citadas, y que tan superficialmente se pronuncian y escriben, se oyen y entienden, de ordinario, que queden ahora limpias, al aplicarlas a Nerval, de toda la trivialidad que para nosotros suelen acarrear, pues en Nerval son cifras que le marcan imperiosamente su meta y su destino. Sueño y vida, muerte, magia, son cuatro poderes hermanos que rigen su vida y, por lo tanto, la obra del poeta. Y eso no sólo es válido respecto de Aurélia, sino de no pequeña parte en el resto de cuanto escribió, en presentimiento, terror y poesía. Lo francés y sus virtudes tradicionales de calma, orden y hermosura, se mantienen aquí, sin embargo, en región turbulenta, es verdad, pero dotando al movimiento desordenado de la vida y genio de Nerval, de una lógica más alta que la terrena posible respetada tanto por sus compatriotas”. Y, a continuación, la raíz y razón de esta singularidad, con la que comulgo y en la que creo y que me agrada muchísimo que Cernuda destaque y explique :“Otra de las varias causas para el encanto ejercido por Nerval sobre algunos lectores, está en que en él no existe separación entre la persona y la obra ; ésta es proyección de aquélla. No hay, claro, complacencia ni vanidad personal en dicha fusión. Aún sabiendo que no faltan aconteceres dramáticos en la vida del poeta, no están rodeados de ese halo teatral que usaría un cabotin como Byron ; ni siquiera parece Nerval tener conciencia de ocupar la escena y hallarse frente a un público. Está poseído por su vida y los recursos de ella, y esa será siempre la materia sobre la que escribe : “soy del número de los escritores cuya vida depende íntimamente de las obras que los han dado a conocer”, dice en el capítulo VII de Promenades et Souvenirs”. Y aquí la poesía en su singularidad, tal como en él se da, y se da también en la prosa, en todo lo que él escribió -y era él y de ese modo : “Así que la vida de Nerval, su obra poética, tan breve, está largamente acompañada por la obra del prosista, que él creía era la labor “humilde” del poeta que se convirtió en prosador. El juicio es amargo y modesto ; pero el poeta, aunque no escriba versos, no estará ausente de la labor del prosista : todo lo que éste nos ofrece, aparece tras un velo de recato y de sueño, tiñéndolo con ese matiz, medio de verdad, medio de poesía, peculiar a cuanto escribiera. Si, según se cuenta de Mallarmé, pidió, a un periodista que le entrevistaba, las cuartillas donde éste había recogido las palabras del poeta, “para agregar en ellas un poco de oscuridad”, Nerval las hubiera pedido para agregar en ellas “un poco de sueño””. Y, a partir de Les Chimères, y en preciosas palabras, al referir cómo hay que acercarse a ellas por sus peculiares características, dejar dicho cómo hay que acercarse a la poesía, que asunción más que comprensión pide ; y dejarlo dicho, sí, con preciosas palabras, finas y hondas, penetrantes, que valen para toda la poesía que más puramente y en esencia poesía es y vale para todo aquel que quiera tener una idea de su naturaleza y en qué consiste ésta, y que es la que determina el modo en que a ella hemos de acercarnos. Aquí las palabras con que termina Luis Cernuda este segundo texto que dedica a Gérard de Nerval y que siento valen para la poesía toda y para todos : “Y por si no bastara el enigma de Aurélia, debe agregársele el de Les Chimères, colección de unos pocos sonetos que no tiene igual por su hermosura y su misterio, en toda la poesía de Francia. Aunque en las colecciones de verso de Nerval haya cosas de interés y de valor, lo definitivo son estos sonetos. Es poesía sibilina, como ya lo subraya la pléyade de comentarios que ha suscitado. El lector queda advertido, si aún no conoce dichos sonetos : hay que leerlos dejándose penetrar de su misterio, a favor del encanto literario expresivo que tienen, y dando por descontado aquél.// Ya Coleridge escribió sobre esa dificultad u oscuridad, que muchos pretenden hallar a veces en la poesía, unas palabras famosas que citamos ahora, para escudarnos tras de su autoridad frente al afán de muchos españoles de “entender” la poesía y reducir a lenguaje pedestre su misterio, que es parte integrante, a veces, del efecto poético : “La poesía gusta más cuando sólo se la comprende en general y no perfectamente”. Digamos aquí, taxativamente, que la poesía y su emoción no se dirigen al entendimiento ni hablan para él, ni siquiera para la razón. Intuir lo poético, y contagiarse de él, son operaciones que poco o nada tienen que ver con “entender”. Hay que acabar de una vez con la vulgaridad a lo Menéndez y Pelayo, que quiere “entender” la poesía. De ahí se llega a la blasfemia de poner en lengua pedestre lo que es cifra inefable en el misterio poético. Si algún lector se escandalizara ante lo dicho, bastará recordarle que la religión, cuya función en el hombre tiene una raíz no muy distinta de aquella de la poesía (aunque sean bien distintas y no sucedáneas, como pretendieron algunos), sin excluir la que secularmente practicaron los españoles, habla y apela, en no pequeña parte, a lo que no es racional en el hombre.// Por eso, reitero, hay que acercarse a Les Chimères limitando nuestro instinto de “comprensión”, y dejando que la magia de la expresión poética actúe sobre nosotros, sin querer dar demasiada luz a la penumbra admirable que las rodea. Ocurre en la obra de Nerval, sobre todo en Aurélia y Les Chimères, algo equivalente a lo que ocurre con la poesía de San Juan de la Cruz, salvada la diferencia de que éste es un santo y un poeta y aquél un poeta nada más ; que en ambos el reflejo del mundo aparece sobre un agua quieta, donde presentimos una hondura que da a la imagen reflejada una profundidad misteriosa, sólo intuida por el lector, pero no menos latente, dotando al reflejo del mundo de una dimensión sobrenatural. Todo o casi todo lo que Nerval dice, es simple o lo parece, pero la proyección mágica de lo que dice queda tras de sus palabras, sobrecogiéndonos e iluminándonos con la luz de algo que nuestros ojos no perciben. El poeta sí lo ve, o al menos lo vislumbra, siendo testigo de ello, y nos habla con voz clara y radiante, en la que a nuestra vez percibimos un eco sobrehumano.// La palabra de Nerval es fruto de ese conocimiento doble : del poeta y del vidente, del enamorado y del soñador. El mismo poeta parece que siempre rehuyó concretar sus creencias religiosas. Pero la experiencia poética no es sólo más o menos simple, como ocurre en la mayoría de los poetas, sino que en ella en ocasiones la experiencia humana se desdobla, gracias a la proyección mística que conlleva, revistiéndose de un sentido hermético y mágico. Hay pues que atender a sus palabras de poeta, teniendo en cuenta ese significado doble, humano y místico, y dejar que vibren en nosotros, claras o no claras, con su doble eco enigmático”.

 

 

Barcelona, 30 de marzo de 2023

 

 

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