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Pueblo de libros
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 Article publié le 18 décembre 2022.

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Estoy leyendo estos días a Giovanni Verga y me lo encuentro en sus novelle (que es lo que de él leo, o mejor releo) en la última librería que vemos y a la que vamos la tarde del otro día, de martes de agosto, en este pueblo de libros, Calonge. Veo un libro con sus Historias sicilianas, y otro con sus Cuentos milaneses. Yo leo sus Novelle en la edición italiana en dos volúmenes que de ellas tengo. He leído la elaborada introducción antes, y he recordado gracias a ella los veinte años que vivió en Milán, y cómo ambientó cuentos en esta ciudad -como los del libro Per le vie-. La autora de la introducción consideraba que no acababa de lograr en ellos lo que sí logra en los que pasan en su Sicilia natal. Aquí los veo separados, juzgados sustantivos y distintos desde esta óptica, este punto de vista, que es temático. Les ha parecido a los factores de estas ediciones tener bastante entidad y personalidad propia como para hacer éstas. Que no conocía. No conocía estas ediciones. Sería interesante leer su prólogo, caso de que lo tengan, y ver cómo comenta esta entidad. Dice en todo caso la perspectiva singular y la mirada nueva y distinta de esta librería sobre los libros, y la que da sobre ellos también toda esta experiencia que es un pueblo de libros. Aquí, en esta librería, los viajes, y no sólo éstos, sino entendido los lugares y los viajes de un modo muy amplio. Veo que hay un libro de Dino Buzzati, Los indómitos de las montañas. Leo en la solapa que es una selección de lo que escribió en diversos libros, pienso que quizá ya haya leído gran parte y que no lo compro. Luego pienso que hubiera estado bien comprarlo. Pensaba estos días que además de leer las novelle de Verga podría leer los cuentos de Buzzati, y los de Maupassant. Sí compro un libro que siento me sale también al encuentro, Diario del viaje a Italia por Suiza y Alemania (1580-1581) de Montaigne. No lo he leído. Es una edición reciente que no había visto. Italia. Cuánta Italia en los viajes, en los libros, y éste que es como un precedente de ambos hace casi de símbolo para ellos. Quizá por esto lo compro. Tengo más Italia que leer y releer, con la que encontrarme en los libros este verano. Il romanzo di Ferrara de Bassani, pero tengo también el deseo de terminar La lente scura de Anna Maria Ortese. Quedó pendiente su lectura durante años, y lo que leí el año pasado o hace dos años lo disfruté mucho, pero me quedó una parte del libro. He traído también Le opere in versi en in prosa de Camillo Sbarbaro, traído varios veranos y leído a medias, pero por diversas razones nunca acabado. Quizá además de sus poemas pueda leer este verano todos sus Trucioli, y el testimonio, imagen y vivencia de una Italia que también son -de Génova, de Liguria. Esta librería, sí, te invita a los libros de otra manera, a encontrártelos de otra manera. No se acaba el interés por los libros. El otro día leía en uno de los poemas de “Al margen de Mallarmé”, del volumen Homenaje de Aire Nuestro de Guillén -otra deseada relectura para este verano, y que estoy cumpliendo-, una refutación de su pesimista y célebre verso “Le chair est triste, hélas, et j’ai lus tous les livres”, para anteponerle un juicio positivo hacia ellos, como es propia esta positividad y exaltación de la vida -y aquí de los libros- del poeta de Valladolid : “Ah, la carne no es triste, no leí todo libro./ Jamás se me hartarán los ojos ni las manos./ Tan enorme es la hora que ya no la calibro./ Nunca es mayor la nada que en los lamentos vanos”. Veo que este “Al margen” se titula “Aire de mar” ahora que voy a buscarlo en el libro, y me parece muy apropiado recordarlo para la tarde que evoco en un pueblo de libros junto al mar. Este interés que no acaba, que se vuelve a despertar siempre, me hace comprar un libro en esta última librería. Hubiera comprado muchos más, pero compro éste. Esta librería es ejemplo de cómo pueden vivirse y mostrarse los libros siempre de un modo distinto y nuevo. Está la novela Las uvas da la ira de John Steinbeck, y le explico a un amigo que no es propiamente un viaje sino un éxodo esta gran novela de Estados Unidos. “Es migración”, me dice, tras escuchar mis explicaciones -que son sucintas. Es ejemplo, sí, de cómo se pueden entender las cosas y los libros de una manera distinta y nueva esta librería, y lo es de hecho todo este pueblo de libros. Ya en la primera librería a la que hemos ido me han salido los libros al encuentro. Así me he encontrado, en primer lugar y como si fuera una bienvenida, El mundo de ayer de Stephen Zweig, un libro que tanto quiero. Junto a él sus Diarios, que quise comprar y leer -y aún quiero hacerlo. Cerca, el Diario, de Gide. Una buena posible lectura, pienso. No los compro, porque es la primera librería a la que vamos, y pienso que muchos más me saldrán al encuentro. Luego, al tomar algo en la Calle Mayor, uno de mis amigos dice que saldrías lleno de libros. Es verdad. Siempre es así en una buena librería. Y ha sido precioso recordarlos en un pueblo al que se le ha dado otra vida con siete librerías en las calles medievales de su centro histórico. Pero ahora estamos, estoy aún con los encuentros -y la sorpresa y el regalo que son, lo es pasar un buen rato en una librería- que son los libros, en la primera librería a la que vamos. Me he encontrado al llegar al pueblo, pues aparcaban junto a mí, a las dos amigas que han propuesto esta tarde en este pueblo de libros, y hemos ido a la Plaça Major, a la librería en ella situada. El amigo que debía sumársenos ha dicho que se atrasaba. Hemos ido entonces a la primera librería de la Calle Mayor -y allí la revivida experiencia de estar en una librería-, y nos hemos animado a llegar al castillo del pueblo. Hay exposiciones y un festival de música. Hemos vuelto a la Plaça Major y allí, en la librería que está en ella, estaba el amigo que faltaba. Hablamos de lo precioso de los libros y las librerías, de encontrarlos en ellas. Están bien elegidos. Le comento a este amigo este libro de Zweig que es el primero que me he encontrado, y se lo aconsejo, indicándole también su subtítulo : Memorias de un europeo, pues pienso le interesaría. También es un gusto estar en la librería de la Plaça Major. Los libros, bien elegidos. Estoy un buen rato entre los de poesía. Tienen además un jardín, que es pequeño pero muy simpático, con una buganvilia inmensa que llega al suelo con su delicado rosa como de sueño y que puede tomarse como ejemplo de lo que puede ser un patio o pequeño jardín en una casa de un pueblo del Mediterráneo, y hacerte pensar y sentir que estás en Grecia. Y con esto lo decimos todo. Decimos el jardín y decimos, digo también los libros, el regalo y la sorpresa que son.

 

Terminamos en la curiosa y atractiva librería de temas de viajes y lugares, tierras. Decimos de tomar algo, aunque vemos una negrura en el cielo sobre el catillo que no sabemos si se disipará o se romperá en lluvia. En la Plaça Major no hay sitio, hay además dentro de poco un concierto en su iglesia, pero encontramos mesa cerca, en un bar del Calle Mayor, que hemos visto al entrar en la primera librería. Este amigo dice que para él es un lujo estar tomando algo un rato con amigos. Se refiere a que esto lo es desde que llegó la pandemia. También para mí, y no sabe hasta qué punto. Y qué estupenda tarde he pasado entre librerías. No he entrado estos años de pandemia en una librería, pese a ser para mí una de las actividades más habituales y más gratas -pasar un rato en ellas. Y esta tarde en un pueblo de libros ha sido, claro, estupenda. Mi amigo no conocía que existía. Digo que yo sí lo sabía y lo he seguido con interés. Las amigas que nos ha propuesto venir aquí esta tarde nos han pasado un artículo publicado en La Vanguardia sobre la inauguración de estas librerías, pero digo que este proyecto llevó tiempo, se habló de su posibilidad y su planteamiento, y yo siempre seguía con interés las explicaciones sobre ellos. Reunir en el centro histórico de un pueblo de la Costa Brava varias librerías, con solicitudes y ayudas para ello. Se hablaba de que había uno, un booktown, en Castilla, y que iba gente a verlo. Que había resultado bien, una experiencia exitosa. Así, booktown, pueblo de libros, se dice esto que aquí, en este pueblo de Gerona se ha logrado, y así se presenta en sus prospectos -Calonge, Poble de llibres. Yo me había fijado siempre con interés en todas las informaciones que se publicaban sobre este proyecto porque pensaba que podría ir alguna tarde en verano, pero vino la pandemia. Interrumpió este deseo. Que vivo esta tarde en que se cumple como una reanudación de la vida y como un don. Pensaba ir alguna tarde en verano, y que era un estupendo plan venir también aquí alguna tarde en otras épocas en que debe haber menos gente -primavera o verano. Quedaba como una invitación abierta. A la vida y a los libros, a pasear entre calles medievales de un pueblo que ha hecho de ellos su vida. Sí, una tarde estupenda. Les doy las gracias a estas amigas por haber propuesto esta salida, el encontrarnos aquí y pasear por estas calles y pasar la tarde en sus librerías. Comentamos, ya al despedirnos, junto a los coches que tenemos uno al lado del otro, que ha sido un gusto ver que ha tenido éxito, que había gente, pero que a la vez tampoco había aglomeraciones. Ha estado muy bien. No ha llovido, y ahora queda esperar que la lluvia tarde aún un poco en venir, y nos deje llegar a los pueblos de la Costa Brava en que estamos, y que están cerca de este pueblo de libros.

 

S’Agaró, 19 de agosto de 2022

 

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