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La noche del Apocalipsis (cuento)
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 Article publié le 2 septembre 2018.

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Alphonse despertó temprano.
No tenía idea de la hora, porque aún estaba muy obscuro, pero intuyó por el sonido del gallo que estaba por romper el alba.
Se bajó de la cama, la cual se deslizó nuevamente a su sitio, se puso las babuchas y caminó hasta la mesita donde la pantalla del ordenador lanzaba destellos azules, parpadeando.
Jacia aún dormía en la pequeña camita cercana al baño.
¿Qué parte de "no creo en Dios" no había entendido ella y por qué le molestaba tanto ?
"¿No ves la señales que se están presentando ? Los desastres naturales son profecía bíblica", le decía durante el desayuno, mientras el leía el periódico virtual en su Tablet.
"Esas son patrañas amor, estamos en el año 2273 y claro que todo se está yendo al caño…Si tan sólo hubiéramos cambiado en el siglo 21, cuando todo estaba menos mal, estaríamos a salvo", le respondió él con un dejo de fastidio. "Pero no pretendas que crea en esa patraña del fin del mundo que tanto promocionan. En el 2012 ya mero y se matan porque decían que un rayo cósmico destruiría la Tierra y no pasó nada".
Jacia se entristeció sobremanera y con lágrimas en los ojos, le dijo : "Espero que antes de todo, te arrepientas", y se levantó sin terminar de comer, mientras él hervía en su interior.
La luz rojiza del amanecer le sorprendió de nuevo, aunque los científicos decían que era normal por la capa de intermitencia que simulaba al cinturón de Van Allen desparecido siglo y medio antes.
"Ojalá y yo tuviese la fe de Jacia…Ese Dios en el que dice creer es sólo un cuento de hadas, como esos que se transmiten por televisión intramental los fines de semana. Y es que, en el fondo, él soñaba con vivir alguna de esas aventuras que su madre tutora le enseñó alguna vez. Ahora que los embarazos eran cosa del pasado y se cultivaban células madre en enormes probetas hasta la maduración, los bebés eran madurados en enormes bolas de contención donde alcanzaban el momento propicio para "nacer", aunque el término, de viejo cuño, no expresaba lo que antes era el alumbramiento en la mujer. El Estado Mundial no permitía la natalidad natural, y los nacientes (así les llamaban a los recién nacidos) eran alimentados con tubos adosados a frobots, manos robóticas que emulaban a la placenta materna. En ese esquema, la idea de un dios personal, no parecía atender a la lógica.
"Simple y llanamente no entiendo… Si somos seres fabricados a partir de células masculinas y femeninas, ¿por qué ella cree que un Ser superior creó todo lo que vemos ? La mano del hombre es la creadora de nuestro mundo", pensó Alphonse.
El amanecer del primero de octubre del año 2273 irradiaba, a pesar de no ser totalmente natural debido a las múltiples protecciones de los rayos solares que protegían la atmósfera, una belleza intensa.
Cierto que el halo del Sol se veía más lejano de la vista que los documentales antiguos de otras épocas mostraban, pues el cristal de diodo polinizador cubriente frenaba la mayor parte de la iluminación de esa estrella en toda la extensión de la tierra habitable, pero aún podía palparse la preciosidad de un nuevo amanecer.
Jacia se revolvió en las sábanas, asomando apenas un muslo, y abrió los ojos.
"¿Estás despierto amor ?"
Alphonse sonrió.
"Estaba recordando lo grosero que fui contigo ayer por lo de tus ideas de …Ese Dios en el que crees, y me siento mal. Discúlpame", le respondió sinceramente él.
Ella se acercó sonriente.
"No te apures amor, sé que no crees como yo, pero en el fondo (y, tocando con un dedo en el corazón de Alphonse, un mohín en su pequeña boquita se dibujó) de aquí, crees en algo hermoso, y eso que es inexplicablemente bueno para ti, es la voz de Dios en ti"
Un gesto de ternura se dibujó en el rostro de Alphonse.
"Ay amor, tú eres tan especial"
En ese instante, en las paredes, se encendieron las pantallas de la televisión intramental.
"Mensaje de última hora, mensaje de última hora"
Jacia y Alphonse se quedaron quietos, como electrizados mientras esperaban esa noticia anunciada como urgente.
"Los niveles de explosiones solares han aumentado un 250 por ciento en las últimas 13 horas, favor de no salir a la calle…Permanezcan en sus sitios"
Y es que, con las ventanas de extrapolación, si comprabas una comida rápida, se enviaba por un multidimensor (una especie de tubo catódico con reorganización molecular) y recibías tu pedido tan pronto como lo hubieses solicitado), y no era necesario concurrir al sitio físico de venta. Es más, como casi todo era operado por nanorobots, el operario humano a veces sólo dejaba el automático y respondía a los clientes según sus últimas preferencias, aunque no siempre convenía pues si tenías ganas de otra cosa que no fuera un emulador de pulpo en su tinta, dado que el original ya se había extinguido, y tus últimas preferencias eran calamares picantes, te enviaban ese platillo, aunque la gastronomía de asociación (es decir, con material sintético), no destacaba por ser sabrosa precisamente.
"Alphonse, creo que tendrem os que quedarnos de nuevo encerrados…,¿Pagaste el trimensor ?"
Alphonse recordó que la cuenta de "Entretenimientos varios" (o trimensor), acumulaba un déficit de dos períodos (algo así como seis meses), pues en su trabajo como diseñador óptico (con un complicado tablero de extensión de su Tablet de diseñadores, esquematizaba las vías alternas que alimentaban las rutas intergalácticas, y por ello, cobraba unos diez mil bitcoins de intercambio mensuales.
Si se deducían los 2500 bitcoins de hogar y mantenimiento (alquiler del departamento de 3 cuartos), 1200 bitcoins de combustible energizador (a falta de productos de hidrocarburo, con celdas solares se mantenían los procesos de calentamiento en estufas disgramadas donde se efectuaba la cocción de alimentos), 2300 bitcoins del deslizador programable (un auto estándar, modelo K con aerodeslizadores para moverse y con tres asientos), y los 500 bitcoins de "apoyos al sistema" (otra forma de decir impuestos), el restante era apenas suficiente para darse lujos como "Entretenimiento" lo que costaba hasta 3500 bitcoins por mes.
"No, Jacia, no me ha alcanzado…Pediré un aumento a la Compañía"
La Compañía, era un sistema global de mercado regido por los Diez, un poderoso grupo plutócrata que gobernaba todo el orbe. Nadie conocía la identidad de estos personajes, pero su influencia era tal que cada día se movían miles de billones de bitcoins en el espacio cibernético y ellos dominaban el mercado.
"Alphonse, si ya les dedicas doce horas… Es demasiado para lo que te pagan"
"Soy de los afortunados que tiene trabajo estable. ¿Quisieras que trabajara en una de las estaciones de minería de Neptuno o como piloto para las pléyades ? Vienen cada dos años a pasar una semana con su familia"
Mientras se sentaban, Jacia le miró preocupada.
"Te entiendo amor, pero es que es tan injusto"
"El sistema nunca ha sido justo"
Se encendieron de nuevo las pantallas.
"Actividad solar aumentando…Colocarse los ultralidios de inmediato"
Los ultralidios eran trajes de un material de reflejante sintético. Se usaba en casos muy extremos para protegerse en interiores cuando las explosiones solares laceraban la capa externa de la atmósfera y resultaba imposible detenerlas.
"Se les invita a permanecer dentro de los ultralidios el resto del día. Disminuirán los efectos al caer la obscuridad"
Se apagaron las pantallas.
Ellos se sentaron.
Desde que la energía Quazars destruyera la capa permanente de Van Allén en un estallido anterior, todos vivían con el miedo de que esa jornada fuera la última.
Con sus 22 billones de humanos, 15 en la tierra, y 7 en diversos mundos. La idea de la destrucción del mayor hábitat del hombre, se antojaba horrible. -y es quye los otros mundos habitados, usaban simuladores de atmósfera, pero solamente se podía vivir en ellos 4 años, de modo que los traslados eran más que frecuentes, entre las colonias humanas y la Tierra, pues la resistencia de la piel aún con las protecciones sintéticas disminuía sensiblemente y el cáncer de piel, aunque curable producía efectos indeseables en la sique de las personas que se convertían en atemorizados personajes de una noche de miedo.
De hecho, la Tierra ya no era un mundo seguro desde fines del siglo XXI, y ahora, más que sobrevivir, pululaban en sus temores.
Alphonse tenía pesadillas recurrentes donde el planeta se convertía en una bola de fuego y todos se quemaban como dulces frente a la llama. Despertaba bañado en sudor.
Lo único que su generación sabía del fin de la civilización anterior (pues casi todos los habitantes actuales eran clones de los anteriores y apenas una pequeña colonia, desconocida para la mayoría y viviendo en el anonimato, era de personas que nacían normalmente), fue que sus excesos con la naturaleza, derivaron en un mundo completamente intoxicado y con la mayor población de especies extintas, cuyas interfotos disfrutaban en pequeños documentales de algunas viejas cintas de video presentes en las universidades del Saber, escuelas de modelación sicológica a la que asistían de pequeños. El propósito de dicha escuela era convertirlos en ciudadanos ejemplares que no resistieran a la autoridad y fueran fácilmente manejables y económicamente explotables.Algo con lo cual, a pesar de su programación intrapsíquica, todavía luchaba Jacia, como si ella no proviniera de una probeta como madre.
Y quería llevar a Alphonse a esa misma comprensión.
Claro, que siempre en secreto.
De otro modo, serían, simplemente, desconectados (o muertos, como podemos entenderlo ahora).

 

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