Iba yo camino del abrevadero de la fuente a darle de beber al Burro de mi abuelo cuando, de repente, el Burro separó, asustado, delante de una plasta de vaca ; comenzando a Rebuznar y Rebuznar con esmero. Hasta le oí decir entre Rebuznos : "O, romanos : me cago en la perrita Marilín".
Esto me disgustó mucho, pero, a la vez, me produjo mucho placer al ver que mi paisana Gervasia, que subía por el camino, de vuelta a casa, con un cántaro de agua bajo el brazo, al oír el Rebuzno se asustó ; y, del susto, soltó el cántaro que se estrelló contra el suelo, rompiéndose y escupiendo toda el agua, cayendo ella al suelo deespaldas con las piernas hacia arriba enseñando en su carnal tijera el Chisme que tanto ardor produce en prelados y monarcas.
Tal fue mi contento, que exhalé un : "las puertas del paraíso están abiertas" ; algo que, en su día, ya dijera, excitándole, Pedro I de Rusia visitandoParís, cuando un mujer se resbaló cayendo delante de su caballo con las patas arriba, y enseñando el potorro, el felpudo, vuelto alpueblo y frente ala Iglesia de Notre Dame. Gervasia, mi paisanaGervasia, ¡iba sin bragas¡, lo mismo que hicieron las mujeres de tiempos pasados y hacen muchas mujeres aun hoy día, sobre todo cantantes y actrices, a las que es muy agradable el verlas elevando su chisme hasta el cielo.
-La historia se repite, me hablóal oído el Burro de mi abuelo.
- A mí me encanta, le dije yo, ver a las mujeres sin bragas tanto como a los curas les encanta verlo en las niñas. Yo me quedo prosternado ante esa visión tan deleitosa.Tanto, pero menos, como me gusta ver a las viejas y mujeres mayores, a las jóvenes, de pie o en cuclillas, ponerse a orinar entre dos coches. Además de que, como dijo un médicofrancés : "es bueno que las hembras lleven el Chisme al fresco, pues cuantomásfresco esté, menos olerá y sabrá mejor.