- Vaya castigo meter la picha en un higo, exclama mi amigo después de salir de "Los dos pinitos", una casa de citas de planta baja a las afueras de Burgos. Y sigue :
- De cintura para arriba es una chica guapa, con dos pechotes de vasallaje feudal, de esos que gustaban a Vasco de Gama, a Vasco Núñez de Balboa, y a Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán. De cintura para abajo, tiene una vasija de la época neolítica, que a mí me pareció de arcilla, ejemplar muy curioso por el sueldo que éste tenía señalado. Ella le llamó vagina de behetría, o agujero de una behetría respecto del follador de ella.
- Ay, ¡qué caray¡ le respondí yo, pero él me cortó, y siguió diciendo :
- ¡Chitón¡ capullo. Su culo, vuelto del revés es un vaso del tipo chocolatera esperando los fragmentos de merengue ornamentados con incisiones o golpes de picha en la vastedad de su urna cineraria bastante grosera y pedregosa.
- Pues no sé por qué has entrado a desfollarte si sales con estos humos, con casco y uñas de solípedo. Entraste de culo si creías encontrarte con una constelación austral, le dije. El respondió :
- Mi vástago o renuevo y ramo tierno que brota hermoso y bello no se merece tal higo, notable ejemplar de carne roja de esta tipa que dista mucho de ser un Vatel, por mucho que ella diga que se folló al superintendente Fouquet y al príncipe de Condé. Hace un silencio, y sigue :
- Me la hubiera cortado por pundonor. Una picha tan hermosa como la mía, del verbo lamer, no puede quedar deslucida por un polvo tan solemne.
- ¡Vaya con el hombre¡ exclamé. ¡Vaya con el bueno de don Putero¡ rematé.
Él, de nuevo, no me dejó continuar, y dijo :
- Bueno, tú, macho, tampoco me andas a la zaga, que tu calidad de vecino o parroquiano nos hacen hato de puercos que van a la vez.
- Tienes razón, le contesté. Pero yo les miro el contorno desde el foco de sus curvas al agujero de ella y se la meto como cada hijo de vecino apretándola y apañuscándola. Voy directo a la cueva de Ali Babá y no me ando (meando) con los cuarenta ladrones.
- Pues a mí eso no me va, replicó. Yo tengo que ver, mirar y registrar con curiosidad si su coño es vedijudo, que tiene el pelo enredado o en vedijas, y si le llega hasta los pies.
Calló y, ni corto niperezoso, del recodo de su entrepierna sacó el miembro erecto y volvió a entrar en "Los dos pinitos" como un Lope, Lope de Vega, cuya fecundidad era tal que se dice haber derramado unos mil dramas y comedias por la picha ; dejándome a mí como al tonto de Vegas de Matute, en la provincia de Segovia, leyendo de Flavio Vegecio un tratado sobre asuntos militares, dándole vida a mi capullo, realizando sus funciones orgánicas de alimentación exclusivamente manual, haciéndolo dos veces diez.