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Article publié le 6 novembre 2011. oOo REHAB REHABSHIS Estoy en el entierro virtual de Amy Winehouse, y quiero recordarla tan bella, tan cantante como en la foto. Estaba buena en buena fe. Me duele que la prensa la pongan a asar, a parir, a espiar, como espían el cáñamo o el espíritu. Yo amé su desenvoltura, su falta de peso, su impertinencia, su alma verde, sus juegos iconoclastas y libertinos. La prensa anda a la caza de sus desechos en tentativa de explicación de sus secuencias. Ella era su propia fantasía. Su gracia tan de ella balanceará la tierra escupiendo contra el cielo, haciendo realidad la sentencia de Henry James : “Vivimos en la oscuridad ; hacemos lo que podemos, el resto es la demencia del Arte”. Por los peldaños de las pastillas baja rápidamente. ¡ qué juventud¡ En su última actuación ella abandonó el escenario. Abandonó su mundo por los jalones de su pulso sin sentido. Le faltó la copa de vino a su cuerpo derrumbado. La Muerte estaba detrás de la albarda del escenario con sus ojos grandes claros canela al borde de un hasta la vista. Me gustó la Amy. Hice el amor al compás de alguna de sus canciones. No la volveré a escuchar. Para mí es un recuerdo activo, fugitivo como mujer de vidrio soplado en algún poblado del Penjab. Como fruta de las Indias fue provocativa su lujuria. Me supieron bien los piñones, los caracoles y cantáridas de su pelo Judía de aguacate, fui su amigo en Facebook, en MySpace, y, aun en su final, ella tenía un buen polvo entre pequeños palacios construidos sobre pasos confusos. Ella misma se dio el empujón. Sin que nosotros la viéramos, pasó a su “frío”. |
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