Una parabola acerca del poder y la vacuidad de la historia.
Travestido, con el pálido rostro
oculto por velos y afeites de tristes prostitutas
vistiendo ricas túnicas y ajorcas Nerón camina
en los lúgubres pasadizos ocultos de la fastuosa Roma
busca los lúbricos placeres con que olvidar el mundo
de marionetas que rodea su corazón cansado por la miseria
y el ludibrio del poder que lo rodea. Camina en busca del olvido
de la traición rapaz y del ludibrio de la codicia oculto en los pasillos
del palacio. Madre y esposa, generales venales, senadores representando
la comedia de los repúblicos honestos que solo viven para aumentar
caudales mientras Roma hiede de pobreza, prostitución y muerte.
Mientras se desliza en la penumbra de callejas inmundas
sabe que también el se ira como los sueños de los gramáticos
griegos y nada quedará de ese mundo sino el vacio en que se hunde
la historia toda. ¿A que ser sabio y estratega triunfal de tanta
corrupción, y la senilidad de senadores jóvenes que juran amor
al incorrupto imperio ? Conspiradores de una fatalidad que acepta
su alma frágil llena de hiel y de venganza ? Sabe el Emperador
que está solísimo desde que lo abandonó Petronio. Entonces,
en mitad de la noche el hijo de los Dioses jura que Roma, indigna,
arderá entre las llamas. No hay victorias ni derrotas para quien
ama a los aedas, solo sombras y un destino supliciado por aquel
a quien se prometió paraísos y solo sal se puso en su camino y
luego el viento cual cómplice y augur se lleva nieblas y cenizas.
Canta Nerón : el sabe que lo fatal espera y así será en toda época.
Los hijos de los Dioses y todos los imperios caerán en olvido y una
sonrisa cruza su falso rostro de Dios y de profeta.