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Article publié le 24 septembre 2004. oOo La pocima a mi amigo Patrick Cintas poema inédito
plumas de la garza, solo en vilo la nada yace, y el silencio de la urna donde repozan que la vida, futil sustancia, o engañoso espejismo, a ojos del mortal ponen silentes : Así me digo a mi mismo : cumplido está lo que devió haber sido, y escogieron los hados que malversaron la obra de los Días dorados de la divina juventud : La Soledad de Obra, las Horas que fatalmente tocan a Diana, servidas están en la Augusta mesa de los inmortales ahora : La soledad de un corazón como tributo a la colera del Daimón ya fué cumplida : toca hoy a mis manos llevar hasta mis labios la pocima que un Dios, por intermedio de las Horas, a mi destierro destinara. Corrientes- Argentina- octubre del 2
El desierto de los Tartaros A Gabriel Ramirez
A pasado el tiempo, la sucesión, y nada a sucedido. Aquí estoy más expuesto que nunca a los demonios Y a la intemperie de la acumulación, que los espectros Han dibujado en soledad para mis sueños : las brevas ha tiempo están para caer y desde ahí reclamar A los vivos lo que no fue cumplido. Olvidar fue la tarea Que me impuse a mi mismo, mas poderosos hados impidieron Que en paz, los fantasmas hablaran con los vivos. Deste modo nada ha sido olvidado. Todo permanece de igual modo, aunque Fluyan la sucesión, y los deseos, o la imaginación, Los nombres inscriptos en las lápidas. Madre, padre, Amantes, amigos, volaron como huyen cornejas en Invierno, Patria que soñé cuando niño y ahora, En andrajos, pide mendrugos en las esquinas más siniestras. A veces en silencio, veo un cielo infinito alumbrado De titilantes astros, y escucho en madrugadas claras Como el agua que vierten las montañas, el grito de los Monos en los montes de infinitas praderas. En verdad me digo, han pasado ya siglos y el que Ahora reclama, silencio y paz, amortajado está por La impudicia que los mortales trajeron a las viñas : Descansaré algún día ? Como canes los demonios Se ensañarán conmigo ? O el milagro que aquí, Sin que lo vea, y en mis últimas horas deparará Ternuras, nunca vistas, sentidas, sobre la piel añosa Deste árbol ya muerto, resucitado entonces ? No hay respuestas. Ominoso silencio a la pregunta Y sangra el corazón del hombre niño. Donde está el Sembradío, donde las rizas que en el jardín florecen, Y el inocente juego del tiempo, que el niño Dios contiene Entre sus manos ? Que esperar ya sino el invierno Torbo que se acerca sugiloso a nuestras puertas ?. Pequeño, Pequeño, el corazón del hombre languidece en la tarde Mientras Bastiano espera la llegada del Huno, Que alguna vez, con su flecha mortal, inspiró a los Pequeño es el horror de la línea de sombra En que la nada crece, junto al desierto de los tartaros. Aquí estoy, entre ruinas, esperando, lo que no debía ser. Septiembre 2004. Corrientes. Argentina. Oscar Portela
A Joan Novarro Sepultado esta todo : Ello debía ser. Se hizo así justicia. Los soles negros ocupan sus lugares, y el viento ya dispersa las cenizas que guardaban las Urnas del recuerdo. Soy polvo ahora. Disperso en los fragmentos de las horas, en los ojos mirados, en el caudal de lágrimas, en infinitas noches alumbradas por gelidas estrellas, en crueles pesadillas que vuelven hasta mí. Y aquel lobo afilando los dientes del verano, en la que amores turbios encendieron el alma conterrada en lagunas, en imágenes bárbaras y espejos de ilusiones que reflejan las horas, siempre indigentes . Sombras de tiempo sepultado : así debía ser : ahora que solo ; que solísimo rimo con los espectros de la sangre que adviene de subterráneas huellas, con espectros y animas, pienso que las preguntas no fueron contestadas, y que en vano fue todo : ya ni el horror me espera. Libre soy de abandonar el campus. Y que el ángelus toque corazones amados. Conterrado, enterrado entre vivos y muertos, sombra entre sombras, humo del ser, todavía me inquietan las indigentes flechas del destino. Oh yo, Oscar Ignacio Portela, sucesión discontinua, vivac de guerras inconclusas, llevo sólo conmigo el hambre de infinito, la palabra absoluta, y el abandono inerte de la suerte impetrada, como debía ser.
Llaves Llaves, llaves, en que ocultos sarcofagos, |
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