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Article publié le 12 juin 2008. oOo Cerró la puerta y dio dos vueltas al cerrojo. Había pasado una semana sin moverse de casa ; la depresión la había recluido. El teléfono no sonó esos días y ella no quería molestar a sus amigos con su desazón. Su ánimo se habría elevado si alguien la hubiera llamado, si le hubiera dado algo de compañía. La pérdida de su marido hacía unos meses la había sumido en una profunda tristeza, nada le interesaba ; él había constituido su mundo, su fuerza y ahora se sentía desvalida y atemorizada, ya no sabía vivir sin él. Por la noche extendía la mano buscando su calor y al no encontrarlo permanecía despierta hasta el amanecer. Con gran esfuerzo había vaciado el armario con su ropa, la había regalado a un vecino. Había doblado pantalones y camisas sin poder contener las lágrimas, luego había separado fotografías que había enviado a sus hijos. Había conocido a su esposo muchos años después de una separación, decidida por la exmujer, que nunca había aceptado que él fuera un militante político y que no coincidiera con su ideología. Caminó mojándose los pies por la orilla y cuando, con el ruido de las olas, oyó la voz de su amor llamándola, decidió adentrarse en el mar para siempre. |
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