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Las siete palabras
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 Article publié le 24 avril 2022.

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¿Quién iba a creer que todo lo sucedido a Jesucristo fue profetizado por el profeta Isaías y David, más de ocho siglos antes de que esto pasara ?

 

Los evangelios describen la crucifixión de Jesucristo.

A partir de las nueve de la mañana llegaron al Calvario, lo desvistieron y comenzaron a horadarle las manos y los pies. Ofreciéronle vino mezclado con mirra, estupefaciente utilizado para hacer más soportable el sufrimiento. Él lo rechazó ; quería cumplir con la profecía de Isaías, descrita en el capítulo 53 de su libro, la cual comienza preguntando ¿quien creerá lo escuchado ? ¿A quien revela el Señor su poder ? El Señor quiso que su siervo creciera como planta tierna con raíces firmes en tierra seca. No era bello ni de esplendor, ni era de atractivo aspecto. Los hombres lo despreciaban y rechazaban. Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento, como si fuera alguien sin merecer ser visto, todos lo despreciamos y no lo tuvimos en cuenta, sin embargo, Él cargó con todos nuestros sufrimientos y soportó todos nuestros dolores e incluso creímos que Dios era quien lo había herido, castigándolo y humillándolo. Fue traspasado por nuestras rebeldías y atormentado por nuestras maldades y su castigo nos trajo la paz y gracias a sus heridas, la salud, y porque todos nos perdimos como ovejas, cada quien siguiendo su propio camino ; sin embargo, el Señor cargó sobre Él la maldad de todos nosotros. Aunque lo maltrataron se sometió con humildad y no profirió palabra alguna. Fue llevado como cordero al matadero, como oveja para trasquilarla, injustamente, sin quien lo defendiera y se preocupara por su destino. Fue arrancado de esta tierra y muerto por los pecados de mi pueblo. Fue crucificado junto a hombres malvados, sepultado con gente perversa, sin haber cometido ningún crimen ni engaño que saliera de su boca y el Señor lo oprimió con sufrimiento porque Él se entregó en propio sacrificio por el pecado y tendrá larga vida y verá su linaje, por medio del cual los planes del Señor tendrán éxito y tras tantas aflicciones verá la luz y tendrá satisfacción por ello, porque el justo siervo de Dios liberará a muchos por haber cargado la maldad de ellos. Esta razón le dará lugar entre los grandes y con los poderosos será copartícipe de la victoria : se entregó a la muerte, se le contó entre los malvados, porque cargó con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores.

El pasaje describe el porqué y lo que sucedería.

“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” pronunció en el momento de ser clavado en la cruz, narrado en Marcos 15.25 y Lucas 23:34. Sabiendo su inocencia, aceptó sin chistar. ¿Quién lo hubiera hecho ? Él pidió a Dios perdón por quienes lo estaban maltratando, por desconocer la verdad.

Los soldados, dice otra profecía, se dividían sus ropas. Colocaron tras elevarlo en la cruz, arriba de su cabeza un letrero en griego, hebreo y latín. “Rey de los judíos”, para que leyeran y supieran del crimen, motivo de su crucifixión.

Los escribas y fariseos y ancianos, sus peores enemigos y los soldados, se mofaban y burlaban. Si era hijo de Dios ¿por qué no se bajaba de la cruz y demostraba su poder ? 

“De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”, leemos en Lucas 23:43, su promesa al llamado buen ladrón, quien le pidió que cuando estuviera en su Reino se acordara de él.

Cerca del mediodía habló a María, su madre y a Juan, indicándoles la relación futura de ellos. Dejaba a Juan el cuidado de su madre :”Mujer he ahí tu hijo, he ahí tu madre”. Se narra en Juan 19:26-27.

El cielo se cubrió de tinieblas del mediodía a las tres. Sus primeras tres horas de sufrimiento fueron señaladas por tres palabras misericordiosas para seguir al período final de expiación del pecado del hombre que Él pagó en substitución nuestra. Quizá estas tinieblas simbolizan el alejamiento de Dios para que el proceso expiatorio fuera completado.

Las cuatro últimas palabras nos significan que fueron dichas cuando estaba expirando. 

“Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado ? : Mateo 27:46. Entendemos que no sólo repetía el salmo 22, sino que estaba sufriendo todas las penas que pudiéramos tener en el infierno, para librarnos de ello.

“Tengo sed”, descrita en Juan 19:28, nos hace pensar que llevaba casi seis horas clavado en la cruz. El clima y la ardiente fiebre, más los efectos tetanizantes de la posición de su cuerpo precariamente sostenido por sus horadados pies y manos desgarrándose por los clavos, ahora le ofrecieron vinagre y como ya estaban terminándose sus sufrimientos, bebió. Cumplimiento también del salmo 69:21.

“Consumado es” Juan 19:30, un grito de alivio porque el triunfo estaba en sus manos. El reinado del pecado del hombre y de la muerte estaba roto. Cumplió su parte y profirió la séptima palabra : “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, Lucas 23:46.

Se describe un terremoto en el momento en que Jesús murió, se rasgó el velo del Templo y a partir de ese momento Jesús y nadie más es nuestro intermediario. Las tumbas abiertas simbolizan la futura resurrección : el saludo divino.

El centurión reconoce a Jesús como hijo de Dios y cree. Perforan su costado, brota sangre y agua.

Nicodemo y José de Arimatea piden “osadamente” el cuerpo para sepultarlo, y cae la noche

 

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