El tiempo.
Una divisa sin retorno.
¿ Y cuando éste se acaba ?
Desperté sudoroso, aterrado.
El centro intergaláctico de encierro era el peor de todos los escenarios para un claustrofobico como yo. Me habían internado por insubordinación ante un jefe con la mente más estrecha conocida hasta entonces. Él no podía aceptar mi renuencia a coincidir con la teoría de la relatividad, pues estaba convencido de los neutrinos viajando a más velocidad que la luz. Aún con la tecnología existente, nuestras naves terrestres, tardaban mucho y debía dormirse en animación suspendida a quienes recorrían la galaxia. Desde mi puesto de observación en Alfa Centauri en una de las lunas más alejadas, debí sufrir los efectos de esta animación al ser despertado después de 4 años de viaje. Yo estaba convencido de que, usando los agujeros negros, se podría viajar a otros rincones del universo en fracciones de segundo.
" ¿Estás loco ? ¿ Cómo te atreves a desafiar lo establecido ?"
Me reí en su cara.
Como mi s informes eran cada día años en Saturno, perdí otro tiempo más por estas circunstancias. Así que recibí como castigo por oponerme a sus "brillantes" ideas, la condena a dos periodos en el centro de detención en las Galápagos galácticas, la luna Versta, situada muy cerca de mi sitio de trabajo, donde permanecía solo la mayor parte del tiempo.
Está jornada será mi última de castigo.