En el principio fue la Palabra y la Palabra fue con Dios, y Dios fue la Palabra. Él fue en el principio con Dios, todas las cosas pensadas fueron emergidas por él y sin Él, nada emergió, ninguna cosa fue emergida. En El la vida fue y la vida era la luz de los hombres, y la luz en las tinieblas brilla y las tinieblas no prevalecieron.
Hubo un hombre enviado de Dios con el nombre de Juan.
El vino como un testigo que testificara concerniente a la luz que todos podrían creer mediante El.
No era El la luz, pero él fue testigo de la luz. Fue la luz verdad con la cual se iluminó cada hombre que vino a este mundo.
En el mundo Él estaba y el mundo emergió por El y El mundo no le conoció a Él. A lo suyo vino y lo suyo no le recibió. Mas a todos los que lo recibieron a Él, les dio a ellos autoridad para que fueran los hijos de Dios, quienes no son de sangres o de carne de hombre, pero de Dios fue nacido.
Y la Palabra vino como carne y habitó entre nosotros y nosotros y contemplamos Su gloria, una gloria como de un unigénito con un Padre lleno de gracia y de verdad.
Vers. 15-18
Juan fue testigo concerniente a Él y grito diciendo "Este es de quien les había dicho, el Único primero que yo, porque Él fue antes que yo. De Su llenura tomamos todos y hemos recibido más gracia sobre gracia. Porque la ley la dio Moisés, más nos fue dada la gracia y la verdad mediante Jesús Cristo. Dios no fue visto todavía por nadie, el Unigénito que vino del Padre nos lo ha hecho conocer.
