Estando doña Jimena, esposa de mío Cid
En el Monasteriode Cardeña
Viendo a los monjes rezar
Alzando hacia ella siempre la cabeza
Con la mala intención de los místicos
Que quieren acostar su alma
Con el Amado, mudado de color
Por tanto regar flores y lirios
La llave de sucasto candado
Se le cayó, echando una maldición
Mientras el abad le preguntaba :

- ¿Mío Cid dónde es ido ?
Respondiéndole ella con ardor

- Se ha ido a cazar moros a Requena, de Valencia
Y, si usted quiere, puede cerrar
Esta mi braga de hierro
No sin antes echarle una bendición
Para que no me saquen los ojos
Los cuervos de la Pasión
Ni las águilas el corazón
Pues siempre, antes de que llega la noche
Al cerrar su cerradura me arde el alma
Mudo de color
Que tengo calentura
Por no poder dormir con varón
Y mi cofrecito se llena de arenisca de la Sierra
Como la del cofre del Cid
Con el que a los moros engañó
Como si fuera oro en grano.

- Abad, este su caballo que me monta
Que en mis espaldas ya siento yo
Sé que viene a por mi caza
Con esa escopeta que en mi percha veo yo.
La ha agarrado de la mano
A su celda se la llevó
El a ella dándole una paliza de amor
Los huesos de los dos descoyuntados
Haciendo noche de Amor
Como abad y hermana mayor
Cual segadora y segador
Cantando un jilguero en su jaula
Al poner el abad entre dos columnas
La punta de su amor.