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Rafael Lozano - Presentación del libro de Santiago Montobbio Sobre el cielo imposible
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 Article publié le 17 avril 2016.

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Editions El Bardo, Barcelone, 2016

Aquí estamos otra vez, la mayoría de nosotros somos conocidos de presentaciones anteriores. Por eso algunas de las cosas que voy a decir les sonarán a ya oídas, pero creo que se deben decir por cortesía a los nuevos amigos y a algunos ausentes.

Quiero empezar dando las gracias al Ateneo Barcelonés, que de nuevo nos acoge hospitalariamente en sus instalaciones, y a la Asociación Colegial de Escritores de Catalunya, que nos ha ofrecido el uso de esta aula. Quiero también dar las gracias en nombre del arte y de la poesía a Amelia Romero, editora de Los Libros de la Frontera, propietaria actual de la histórica colección El Bardo, que ha tomado en sus manos la labor inconcebible hace cuatro años de publicar estos cuatro volúmenes que recogen los 942 poemas que Santiago Montobbio escribió en el 2009 de forma tan felizmente torrencial y coherente.

No existe, al menos que yo conozca, en la historia reciente de la edición poética, un esfuerzo similar al que ha asumido El Bardo, y que por otra parte encaja con su perfil histórico de compromiso con el arte.

Coherente es un adjetivo que acabo de utilizar para referirme a la obra de Santiago. Y quiero insistir en ello porque es un rasgo que machaconamente vuelve a mi mente como una paradoja en torno a su poesía. Para los que aún no conozcan la manera de escribir de Santiago, la resumiré brevemente : responde al arquetipo del creador arrebatado por la inspiración, por el rayo de ese primer verso que regalan los dioses, y allí donde le sorprende el poema lo escribe de corrido, y luego no corrige ni una palabra, ni una coma. En un creador que se abandona así al capricho de la inspiración, que no la busca de una forma activa sino por el hecho de estar abierto a ella para dejarse atrapar en cualquier situación, lo lógico sería caer en la duda en los motivos, en la vacilación estilística y la contradicción a todos los niveles. ¿Y qué ?, dirá alguien con todo el derecho. El arte es libre de ser cambiante, como reflejo del alma humana y sus ondulaciones y simas.

No voy a ser yo quien pontifique sobre cómo de rectas deben ser el alma humana y sus manifestaciones, quienes me conocen bien saben que no estoy en situación… Sólo constato este hecho : un creador que actúa sin previsión ni programa elabora no uno, sino dos grandes bloques de obra, la de juventud y la de madurez, distintas en las formas y en el tiempo, y a la vez coincidentes en múltiples motivos temáticos, hasta el punto de que se entrecruzan y se complementan y se pueden leer como un todo. Y si en su obra primera me maravillaba la habilidad formal para enlazar en el verso libre una sintaxis retorcida que obliga a releer prácticamente todos los poemas (…), en la presente me enamora cómo en el largo manar de los casi mil poemas de aquel 2009 se dibuja con absoluta precisión, una precisión casi de ingeniería subatómica, la vivencia de un artista inmerso en la creación, que por fin entiende e identifica con la vida, pues arte y vida son todo uno y son gozo y camino, y sol, y mar y cielo.

Esa coherencia se manifiesta incluso en las coincidencias. Les invito a que lean y relean el prólogo, la nota a la edición, de este Sobre el cielo imposible, que ha escrito el propio Santiago. Reléanla porque es prosa poética, y como poesía que es invita a la relectura. Está además en la línea de la nueva producción de Santiago, y así tendrán un avance de lo que ha de venir, y tengan en cuenta al leerla que sigue escribiendo sin meditar antes y sin corregir después.

Pero sobre todo les invito a que la lean para que aprecien cómo las piezas de ese puzle que es su obra han ido cayendo en su cabeza a medida que él mismo las ha ido viendo aparecer, con la misma sorpresa con que las podemos ver nosotros ahora al leer sus poemas por primera vez. Tengan en cuenta que por su, digamos técnica literaria, Santiago es en realidad el primer lector de su propia poesía.

De dónde sale la poesía de Santiago no lo sabe nadie, él tampoco parece saberlo. Pero sin duda se trata de una verdad profunda, innegable, porque sólo así se explican la soltura de la sintaxis, endiablada en su juventud, más relajada ahora ; pero también el fluir de la música en el verso libre que marca la cadencia del discurrir del pensamiento tras la sacudida del primer verso divino.

Más sobre coincidencias necesarias : el título de este cuarto libro es el primer verso de un poema que no existe pero sí existe. Está en el volumen anterior, Hasta el final camina el canto, y yo lo leí en la presentación del libro. Ahora les tengo que confesar una cosa : cuando preparaba esa presentación, iba justo de tiempo y mi lectura digamos canónica del libro llegó hasta ese poema, el 556, que está más o menos a la mitad. A partir de ahí me dediqué a picotear (…). Lo cierto es que tenía la sensación de haber dado con algo importante, sin saber qué, y por eso lo escogí para leerlo aquí mismo. Sin duda no era mérito mío, sino de algo más profundo y más fuerte que también estaba detrás de Santiago. A él ese primer verso le sorprendió en pleno verano, bajo el sol, sin nada con lo que escribir, y tal como llegó se fue, y cuando quiso recuperarlo, el poema ya era otro distinto que ahora está recogido, como ya he dicho, en Hasta el final camina el canto. Si me hacen caso y leen la nota a la edición, verán que hasta ese olvido de papel y bolígrafo tiene al final todo su sentido poético : en la obra de Santiago, artista total, íntegro, vocacional, entregado, sacerdotal casi, tiene sentido todo, las voces y los silencios, y también los poemas perdidos.

 

(Palabras pronunciadas en la presentación del libro Sobre el cielo imposible de Santiago Montobbio en el Aula delsEscriptors de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña, en el Ateneo Barcelonés, el 7 de abril de 2016).

 

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