Mi abuelo tonelero, que hace o vende toneles, de Tobarra, en Albacete, decía que su abuelo decía que lo del oro de Moscú era un cuento. Un cuento que fue inventado para que los republicanos hincaran la rodilla al igual que los moros, y siguieran al césar nazi redentor. Que de ahí viene, en su vertiente mora, aquello de "el oro que cagó el moro", el cual sirvió a la mesa del crimen celestial comiendo un bocadillo de chorizo.
 A los republicanos se les mandó a donde el padre Padilla "a hacer puñetas" por un vénganos tu reino de crimen y maldad, y porque cantaban a la republicana clueca ; "Una llueca voy a echar, que todas me salgan pollas, y un gallo republicano para cantar "Amor libre, Justicia y Libertad".
 Cuando fusilaban a los republicanos, antes de arrojarles a la fosa, les miraban su dentadura, desencajándoles la boca, arrancando los dientes de oro, que intercambiaban entre sí, arrojando algunos, los que menos brillaban, a una caja hecha de tejas de barro, cantando : "Dientecito de oro, dientecito, que me salga otro más bonito".
 Mientras hablaba de esto, mi abuelo hacía paréntesis y tocoloteaba, como formando al barajar las cartas diversos grupos, rezando : "Animal sacrofacha malo se corte de la cabeza al rabo". A continuación, nos recitaba un poema de Mariana Pineda contra el mal de muelas y para que ningún animal ni ningún cristiano les hiciera mal :