Horas muertas, "reflejos de orgasmos", como diría W. Reich.La esquizofrenia masturbadora y masturbante aparece hora a hora, día a día, en los ojos reflejos de este joven callado, salpicado de pintas, que sueña ovejas cual pastor jodedor, como elemento que busca su curación.
Viste chupa de cuero negro. Sus tirantes los lleva por dentro y fuera de la chupa, caídos a ras del culo. Por detrás, tris tras. Pantalón vaquero y unas zapatillas modernas con colores rojo y blanco cruzados. Su cabeza está rapada con un brote de pelo cual cepillo de peinar el aire, en lo alto.
El andamiaje brillante de una paja pendular y su posterior mamada estructura toda su narrativa, que subyace en una expresada y directa profundidad de amar, haciendo posible la perfección de los sentidos necesarios, que es igual para los locos como para los "cuerdos".
W. Reich ya dejó dicho : "La salud mental de una persona se puede medir por su potencial orgásmico".
Viéndole, asistimos al espectáculo del mundo, sin pretender enmendarle ni cambiarle, haciendo realidad lo de Cioran cuando dice "que si el hombre no puede liberarse de sí mismo, se deleita devorándose", cual perro que se lame su cipote.
Esquizo, con su esquizofrenia, deambula las calles como lo hiciera Henri Michaux, poeta y pintor francés, en sus viajes con la droga y sus miradas, lo mismo que hiciera Wilhelm Reich, médico, psiquiatra y psicoanalista, inventor postulador de la teoría del Orgón, elmás lúcido y revolucionario de los pensadores habidos, cuyos delirios provocaron que sus libros fueran quemados, y él ultrajado.
La narrativa de Esquizo se declina en una directa profundidad de piedad hacia la esquizofrenia, tan necesaria para la religión y la poesía. Asistamos al espectáculo de un macho follador sin pretender enmendarlo o deducirlo. Al protagonista le basta amar con toda su humana locura que se descubre hasta en los más insignificantes momentos.
Veámosle subido a lo alto del campanario de una iglesia, en el pueblo callado y olvidado de Brieva de Juarros, en Burgos, vestido como Rambo y blandiendo su pene como Gordio, Anciro y Timbreo en las guerras de Frigia, antigua comarca del Asia Menor.
También, desnudo, subiendo y bajando el edifico España, rascacielos de Madrid, al final de la Gran Vía, con sus 25 plantas y 117 metros de altura, arrascándose los huevos.
Su lenguaje es igual que el lenguaje de las mariposas diurnas o nocturnas, o de los gorriones que se esconden entre el arquitrabe y la cornisa de un edifico, que tienen la posibilidad de beber el reflejo de laluna, como él, que sobre la techumbre del hospital para trastornados, fragua la argamasa de su locura, masturbándose como un loco que busca luciérnagas con pelos y carnales flores que alimenten su orgásmico pájaro, abultado encarne y acabado de coger, "especie de cencerro, cebolla albarrana", como él mismo le nombra.