Nos íbamos poco a poco los de una conversación, cuando, de repente, para hacernos interesar por ella, Caparra llamó nuestra atención al hacernos la pregunta que, según él, había leído en Twitter, ésta :

- ¿Por qué los hombres se despiertan con una erección a la mañana ?
 Los que estábamos ya teníamos poco de machos. Éramos chatarra y restos de haber sido unos pedazos de hombres en tiempos de los erectos nabos.
 Las respuestas fueron variopintas. Por ejemplo :
 Gonzalo dijo que :"porque el hombre es la flor y su capullo" ; Pedro que : "sueño que me la meneo" ; Agustínque : "porque el hombre se acuesta siempre con las ganas de joder la marrana" ; y yo : "porque el hombre es un ladrón de corazones y le encanta desquiciar la Raja, y su hembra se asoma a la ventana, diciéndole : "vuelve mañana, que aún no duermo".
 Nos descuidamos un poco de la conversaciónpor ver que un señor de pupilaje le daba por culo a unpupilo, y miaba un gato junto a él como recordándole de buen modoque le diese algo de porción de esa su salchicha.
 Agustín, que es un poco pícaro y algo hijoputa, exclamó, dirigiéndose a la pareja folladora y al gato :

- ¡Zape allá¡ Lo mismo que cuenta que le dijo a él su mujer al despertar cuando le vio eyacular dormido, empujándole contra la pared, haciéndole caer dela cama.
 Caparra dijo :

- Es que estamos cebados con el vicio de la Lujuria, y andamos hechos unos pichas brava, ahora no más que chorrasebos, hollejos, y estamos siempre dispuestos en buscar carnaza con el hábito debido y la erección soñada.

- Sí, sí, respondió Gonzalo.Yo cuando estoy en erecto aprieto metido, al despertar y tentarlo, cual caballero esgrimidor, me la miro y digo :

- ¡Ay, capullo, capullo, y en qué aprieto estás metido¡ Y me la relamo, saltando de la cama mi mujer haciendo ascos.

- Jajaja, reímos todos.
 El caballero que estaba dando por culo al pupilo, pensando que lo decía por él, como que lo había adivinado fortuitamente, se desligó del chico, convidándolea comer, dándole unapatadaalgato que era como de porcelana.

- Bebamos, hermanos, que la vida nos da, exclamé yo. Y dejemos a nuestro espantajo andar pidiendo de sueño en sueño el Chumino adivinado, aparecido cual alhaja sobre los nublados eyaculados.